lunes, 28 de septiembre de 2009

Buena Noche...



Esa noche todo estaba planeado y todos lo esperaban excepto...

Camine despacio al ver que su figura se formaba entre las sobras. Mis pasos sordos que hacían juego con la noche siguieron el camino que tantas veces había imaginado recorrer, no quería levantar la mirada hasta que fuera el momento oportuno.

Estaba perdido entre los mudos sonidos que se arremolinaban en sus oídos, mi mirada estaba clavada en las puntas de los zapatos que aquella noche serían cómplices de el inicio a todo el réquiem que mi mente había compuesto.

Treinta y siente pasos más adelante fue justo el momento de levantar la mirada...

Estaba frente a mi, no me había notado, estaba frente a mi y era muy tarde. Su mirada se clavó en mi sonrisa, sus labios se apretaron a los dientes y mi figura cubría la sombra de la suya.

Intentó dar un paso atrás, intentó armar dos o tres palabras que pudieran servir de algo, yo soy un caballero así que tome la iniciativa y pronuncié un amable: "Buena Noche" que lo dejó mudo por un par de segundos... No había más que decir, él sabía el motivo de mi presencia y yo tenía tatuado en el pecho mis motivos.

No hubo más palabras por instantes, trató de gritar algo y le fue imposible, trató de pedir ayuda y era tarde, había tomado el camino acertado, había llegado a la hora adecuada, su único error, fue pasar por mi vida y creer que saldría limpio.

Fueron solo unos minutos, quizás tres, quizás cinco, no lo se, no tenia la lógica conectada, ni el sentido de el tiempo, no conté las veces que mi fuerza y puntería habían acertado, tampoco me di cuenta si en pos de su defensa acertó algún golpe, estaba desconectado, tomé un sentimiento, lo puse en la hoguera y no deje de golpear hasta que dejara de arder.

Fue justo como en mi sueño, primero su "valor", luego la cobardía y cerrando con un cuerpo inmóvil, mis puños rojos y las puntas de mi zapatos manchadas de sangre.

No hubo necesidad de tirarlo al río como en mi sueño, ya yacía sobre un río carmín dibujado por una sangre cobarde.

Di la vuelta levante el rostro y me marché con lo puños apretados, una sonrisa en los labios y la mirada perdida...

miércoles, 2 de septiembre de 2009


El hombre del conocimiento no solo tiene que saber amar a sus enemigos, tiene también que saber odiar a sus amigos.
                                                               
 -Friedrich Wilhelm Nietzsche-